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En su visita a Villa Crespo, San Telmo volvió a caer derrotado. Esta vez ante el cómodo puntero Atlanta, llevando al Candombero a su quinta derrota en serie y, más escalofriante aún, su decimocuarto encuentro sin victorias.

Durante la primera media hora de juego, el partido mostró un San Telmo cauteloso pero con criterio. El esquema consistía en esperar detrás del círculo central pero sin llegar a meterse atrás, sino tratando de achicar los espacios en los que el mediocampo bohemio podría generar jugadas de riesgo. De esta manera, cuando el Candombero se hacía del balón, intentaba salir rápidamente por el sector izquierdo en donde el debutante Lezcano fue desequilibrante a base de gambetas y buen juego asociado con sus compañeros. Con esta fórmula, a San Telmo le tomó tan sólo tres minutos en llegar al arco rival: Una buena jugada del número 10 culminó con un remate al primer palo que fue contenido por Llinás. Atlanta parecía tener dificultades para jugar, no se lo notaba cómodo, aunque a los 16 pudo haber abierto el marcador cuando Abel Soriano pateó al arco cayéndose, conteniendo Gambandé. San Telmo no se quedó y respondió un minuto más tarde, cuando una larga subida de Kilmot inició una jugada que terminó en un disparo de Segundo que hizo que el golero local tenga que esforzarse para enviar la pelota al corner. Cuatro minutos más tarde era San Telmo el que se salvaba cuando Ferragut estrellaba la pelota en el travesaño, ante la pasiva mirada del ex arquero bohemio. El partido era parejo hasta que en el minuto 26 una gigantesca apilada del defensor Matías Valdez deja en soledad a Andrés Soriano, que define con comodidad consiguiendo el primer gol de la tarde. A partir de ese momento San Telmo quedó estupefacto, lo que permitió el local manejar el partido con mayor comodidad.

El segundo tiempo encontró a un Atlanta menos dinámico, cediendo terreno. San Telmo dio cuenta de esto y pudo haberlo capitalizado mediante una buena jugada a puro amague de Lezcano, pero sin poder conectar el remate final. Mientras tanto, la gran presión del público local hacía lo suyo con el frágil espíritu del juez Lamolina, que llenó de amarillas al visitante (seis tarjetas) condicionándolo al momento de recuperar la pelota. Fue a los 20 minutos cuando las esperanzas de un posible empate se diluyeron definitivamente: Nuevamente Andrés Soriano recibió solo adelante del arco, definiendo con tranquilidad ante Gambandé. A partir de ese momento el Candombero se desmoronó tácticamente. Esto quedó en evidencia cuando a los 31 un horror defensivo permitió que Andrés Soriano arrancase solo desde mitad de cancha, asistiendo a su hermano Abel, para que éste cierre el marcador con un contundente 3-0.

La gran crisis futbolística que atraviesa el equipo ya dejó de ser sólo anecdótica y se está materializando en la tabla de promedios. A pesar de que al comienzo de la temporada los fantasmas de la promoción y el descenso parecían una pesadilla superada, apenas iniciada la segunda mitad del torneo el presente nos encuentra nuevamente con la calculadora en mano.